
- Los espejos atraen los rayos. Continuó:Esto pasó cuando llegaron los españoles a buscar oro. En la parte mas alta de la Laguna de Tortuguero y muy cerca de la playa, había una aldea de indios. Entre todas las indias había una muy hermosa, pero presumida y caprichosa. De ella estaba enamorado el hijo del brujo, un talentoso joven tallador de cemíes. Los encantos de la muchacha india también había llamado la atención de un marinero de las Islas Canarias, quien para entonces se dedicaba a buscar oro en las riberas del Río Manatuabón. Ambos enamorados le había expresado sus sentimientos a la bella india. Ella, indecisa, les propuso que le entregaría su amor a quien le trajera el regalo mas bonito. El lugar de reunión sería en un acojedor lugar en la cercana playa.
Llegado el día, el primero en presentarse fué el hijo del brujo. Traía consigo un elaborado cemí representando a Juracán, dios de los vientos. Y una figurita femenina tallada en hueso de manatí, inspirada en la belleza de su amada. Llegó entonces el marinero y le ofreció a la joven como regalo un resplandeciente espejo. Ella quedó sorprendida y arrobada mirando su faz reflejada en aquel objeto mágico, y con desdén rechazó los obsequios del indio.
El sol brillaba en todo su esplendor y una fresca brisa acariciaba el entorno. Mas de pronto, el cielo se cubrió de nubes grises y obscuras. El sonido de los truenos era ensordecedor Y el viento comenzó a azotar con furia. Del cielo encapotado bajó una ominosa columna de agua parecida a un embudo, que rabiosa giraba y giraba, justo al frente de los protagonistas. Solo el indio escuchó una potente voz que le dijo - véte.Corrió y ya a salvo se volteó y pudo ver, como desde el centro de la tromba, arriba en el cielo, salió un fulminante rayo que hizo blanco en el espejo que aún sostenía en su mano la india. El terrible cono de agua avanzó hasta la orilla de la playa y comenzó a devorar todo lo que su punta encontraba.Todo sucedió tan rápido. En un cerrar y abrir de ojos terminó el caos. Se disiparon las nubes y el indio vió como en el lugar donde antes se encontraban, ahora se había convertido en una pequeña poza cercada por rocas.
De un lugar entre las rocas que la rodeaban manaba un chorro de agua buscando al mar, y éste a su vez la esperaba para así encontrarse y unirse. En el tintineo del agua que fluía de entre la peña creyó escuchar la voz de la india y en el murmullo de las olas la del marinero llamándola. Terminado el relato mi abuela tomó entonces un rosario, se arrodilló frente a una imagen de Santa Bárbara y comenzó a orar.Bueno, así fué como me lo contó mi abuela Q.E.P.D. Me he quedado sorprendido al escuchar que aún hoy en día mucha gente crée en eso de que los espejos atraen los rayos. Dizque por el azogue que tienen. Válgame !
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