Dije un día a un espantapájaros: “Debes de estar cansado de permanecer inmóvil en este solitario campo”.
Y él me dijo: “La dicha de asustar es profunda y duradera, nunca me cansa”.
Tras un minuto de reflexión, le dije: “Es verdad; pues yo también he conocido esa dicha”.
Él me dijo: “Sólo quienes están rellenos de paja pueden conocerla”.
Entonces, me alejé del espantapájaros, sin saber si me había elogiado o minimizado.
Transcurrió un año, durante el cual el espantapájaros se convirtió en filósofo.
Y cuando volví a pasar junto a él, vi que dos cuervos anidaban bajo su sombrero.
Gibran Jalil Gibran
No hay comentarios.:
Publicar un comentario