21.5.07

PEDRO PARAMO.-1955

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo.
"No dejes de ir a visitarlo -me recomendó.Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte."
Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas. Todavía antes me había dicho:-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
-Así lo haré, madre.
Y así empieza Juan Rulfo, una de las mejores novelas hispanoamericanas editadas en los últimos tiempos y que junto de la mano de Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez constituyen todo un tesoro latinoamericano.
Si bien Pedro Páramo no es una novela histórica, la idea de la historia en un elemento decisivo en su desarrollo, al pueblo llegan ecos del mundo inverosímil donde los acontecimientos son posibles, así, Pedro intentará atraer al Tilcuate para aprovecharse de ellos, a quien llegará a ordeenarle que se haga con el mando de los revolucionarios, y le negará su ayuda cuando, el Tilcuate, aliado ahora con los villistas pide ayuda a Páramo.

La Revolución Mexicana y la Primera Guerra Cristera son los círculos externos a la trama.
La Historia alcanza a Comala y sus efectos son desastrosos; sus motivos difíciles de comprender. Los pormenores son poco relevantes, las revueltas son confusas; los villistas regresan convertidos en carrancistas y el cacique saca ventajas de toda la situación.

Comala en un pueblo cerrado al tiempo, negado a trascender más allá del tiempo de la novela, y esa negación de trascendencia se provoca al romperse alguno de los órdenes naturales, el temporal. La afrenta que propició esa ruptura del orden y reclama el sacrificio de sus hombres. De ese modo Comala, está cerrado geográfica y socialmente.

“Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer.
Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esa yerba?

“La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted.”
Al cruzar una bocacalle vi una señora envuelta en su rebozo que desapareció como si no existiera. Después volvieron a moverse mis pasos y mis ojos siguieron asomándose al agujero de las puertas. Hasta que nuevamente
la mujer del rebozo se cruzó frente a mí. (...)

Puedes obtener la versión completa del libro en la página:" Pedro Paramo"

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